
La alegría la puso Jerez
Los chapurreos en todos los idiomas y acentos y las palmas a compás en las mesas de los bares como espacio sonoro. De elenco los artistas, críticos, aficionados y extranjeros que agotaron las localidades del Teatro de Villamarta. Como escenografía un Jerez inalterable, que exhibe una belleza tan auténtica como decadente. La idea original: celebrar la existencia (y resistencia) de un festival de flamenco con mayúsculas que ha sabido labrarse un sello propio, y que gracias a la dirección de Isamay Benavente, ofrece cada año un programa valiente, ambicioso, honesto, coherente e integrador. Así, este viernes el Festival de Jerez inauguraba su 27 edición con la normalidad de la pre-pandemia y la colaboración especial de la alegría de un reencuentro (por fin sin mascarillas).